Día 13 - Hanoï + bahía de Halong

La noche en el tren desde Sa Pa a Hanoï en compartimento de segunda fue un tanto extraña. Los camarotes de segunda clase no están tan currados como los de primera clase, pero (visto lo visto) no podemos quejarnos: cama blanda, aire acondicionado, ...

El problema del aire acondicionado que tuvimos a la ida (con el aire acondicionado al máximo durante todo el viaje acabas congelado... sobre todo los de las literas de arriba) se agravó a la vuelta. En segunda, y pese a que cuando llegamos al tren hacia calor en nuestros compartimentos, de repente empezó a hacer una rasca que nos despertó a todos.
Claro, los de las literas de arriba (Patri, Manu y Jorge) acabaron tirando de todo lo que tenían (impermeables sudaderas, varios pares de calcetines, etc) para poder abrigarse. Los de las camas de abajo también pasamos frío, pero menos.

Miserias a parte, llegamos a Hanoï a eso de las 4:30, aprox. Fuimos a la agencia a dejar las maletas y nos dimos cuenta que a las 5:00, Hanoï se mueve... pero de otra forma.


Íbamos buscando un lugar donde desayunar. Nos dirigimos hacia el lago Hoan Kiem (el de la leyenda de la tortuga) y vimos a mogollón de gente haciendo gimnasia matutina: desde marcha hasta tai-chi, pasando por bailes con abanicos (tipo Locomía) o auto-masajes a base de golpes. Un autentico huevo de gente, como podéis ver en éste vídeo:



Después (y es que al final ya estábamos un poco hartos de la comida del lugar) nos fuimos a desayunar a un sitio con croissants recién hechos al lado del lago: sin duda el mejor momento del día (para todos menos para Pepe Glez que estaba un poco "suelto").

Después de super-desayuno, volvimos a la agencia porque allí nos esperaba nuestro transporte para ir a la bahía de Halong.


Después de 3 horas en una cutre-furgo llegamos a Halong Bay.

La idea (o al menos lo que contratamos y pagamos) consistía en llegar, embarcarnos en un barco típico (se llaman Chinese Junk boats), pero de lujo (nuevecito, reluciente, con sus dos mástiles y sus velas, etc) y luego salir a surcar la bahía, ver islotes, hacer kayak, bañarnos por ahí... vamos un pequeño lujo para acabar el viaje.


Además, como eramos 6, decidimos ir solos en un barco (son de 12 plazas)... así que pagamos el doble.


Pero la realidad fue "un poco" distinta al plan previsto. Nada más llegar, nos metieron en el barco mas cutre de los 300.000 que había en el puerto. Por no tener, no tenia ni mástiles... y cuando le pregunte a nuestro nuevo guía acerca de éste pequeño contratiempo, me dijo que era por culpa de los tifones... que los habían arrancado! Vamos que nos tomo por unos gilis desde el principio.


Ante la situación del barco, montamos un "little chicken"... y con razón.


El barco era una cutrez al lado de los demás. Para empezar, nos dimos cuenta de que todos los barcos usaban el código de estrellas de los hoteles (va de 1 a 5)... y vimos que el nuestro solo tenia 2 estrellas (vietnamitas)... o lo que es lo mismo: chungo.



Después de casi una hora de chicken (y reconozco que me despaché a gusto), nos cambiaron al otro barco de la agencia de viajes: pasamos del GuatePEOR al GuateMALA (un 3 estrellas, también sin mástiles, un pelín menos cutrecillo, pero como no había más opciones, aceptamos porque queríamos salir ya del puerto).

El lío de barcos que había en el puerto de Halong era espectacular.


Había tantos y estaban tan apiñados, que para pasar hacia los barcos del final, había que atravesar varios barcos.


Los islotes característicos de la bahía de Halong no se ven muy bien desde el puerto, se adivinan a lo lejos, pero para verlos bien hay que esperar casi media hora de travesía... que aprovecharon para darnos de comer.


Según la leyenda local, hace mucho tiempo, cuando los vietnamitas luchaban contra los invasores chinos, los dioses enviaron una familia de dragones para ayudarles a defender su tierra.



Estos dragones escupían joyas y jade. Las joyas se convirtieron en las islas e islotes de la bahía, uniéndose para formar una gran muralla frente a los invasores.

La bahía cuenta con 1969 islotes, y una zona ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.


Un detalle un tanto "feo" es que TODOS los barcos iban en fila, pese a que la zona es gigantesca. Todos hacíamos el mismo recorrido... y eso deslucía un poco la experiencia.

Aparte de islotes (de todas las formas y tamaños imaginables) se podían ver pueblecitos flotantes de pescadores.


Como podéis ver están construidos con bidones vacíos y troncos!

Como esto era un no parar, en un par de horas llegamos a una cueva gigante que TODOS teníamos que visitar (a la vez, por lo que se ve).


Una cosa curiosa era el sistema para embarcar después de la excursión...


(El hombre corpulento de la camisa blanca estuvo unos minutos intentando subir... y casi tira a un par de marineros de su barco!).

El día no dio para mucho más. Después de la visita a la cueva, fuimos (con el resto de barcos) a
una zona tranquila, donde nos dejaron bañarnos un rato y donde nos dejaron unos kayaks para explorar un islote que tenía una cueva que, al atravesarla, daba acceso a un lago interior: ESPECTACULAR! (No tengo fotos porque el agua y las cámaras de fotos no son muy compatibles... y estuvimos mucho tiempo en el agua).


Como el día había sido bastante tranquilo (no tuvimos que recorrer kilómetros y kilómetros a pié, como de costumbre), Manu estaba despejado y con ganas de marcha.
Primero quiso darnos un pirulo en el barco...


... pero como NO TENÍAMOS VELAS (porque nuestro barco NO tenía mástiles) y el barco no se movía, decidió darle a Esther una pequeña muestra de la pasión que lleva dentro (con besitos, caricias, más caricias, abrazos, más abrazos, ...ufff!).


No me extraña que al final, Esther no se lo pudiese creer:


Justo cuando la cosa estaba a punto de echar a arder, nos sirvieron la cena...


... y luego "cada oveja con su pareja" a dormir al camarote, que el día siguiente iba a ser duro!


Aquí podéis ver las fotos del día 13.